lunes, 15 de diciembre de 2008

Consideraciones para una Didáctica Adecuada

En los primeros años del siglo XXI el papel del profesor ha cambiado de forma sustancial. En la actualidad un profesor que piense que su única preocupación ha de ser trasmitir conocimientos tiene muy poco futuro profesional, ya que estamos ante un nuevo paradigma, con nuevas exigencias y desafíos.

Los profundos cambios sociológicos y culturales de los últimos años, la proliferación de las nuevas tecnologías informáticas de la comunicación, la cultura del éxito inmediato y sin esfuerzo, han cambiado de forma radical el tipo de alumnado presente en nuestras aulas.

El sistema escolar tiende a dirigir la enseñanza exclusivamente a una región más o menos amplia en torno de la media de la distribución, quedando excluidos los sectores menos capacitados y todos aquellos que sobrepasen la brecha normal. Hoy en día, se entiende que la diversidad y heterogeneidad es una realidad en nuestras aulas, y si continuáramos en la misma dirección no estaríamos atendiendo a las políticas educacionales actuales, que apuntan a la equidad y calidad en donde todos deben aprender.

La obligación del sistema escolar y del profesorado es minimizar el número de alumnos/as desatendidos, quienes no son considerados en el logro de sus aprendizajes, en este sentido no se trata de cumplir solamente con la entrega de contenidos, sino que se espera que el docente logre aprendizajes significativos con sus alumnos/as.

Ante la situación formulada recientemente nos surge la siguiente interrogante: ¿Cómo conseguir el óptimo aprendizaje en unas aulas en que el fenómeno de la diversidad del alumnado nos ha sorprendido a todos? Una cosa es evidente: no existen las fórmulas mágicas, que cual ejercicio escolar rutinario, se aplican directamente y nos resuelven el problema.

Más bien se trata de rescatar el análisis reflexivo del docente, quien ante la teoría sea capaz de interpretarla y adecuarla a su contexto y a partir de allí reconstruir una nueva teoría que surja en base a sus praxis. No se trata de copiar modelos ni de seguir pautas determinadas, puesto que aunque sean brillantes si éstas no tienen relación directa con nuestra realidad quedarían automáticamente invalidadas.

En base a esto resulta importante señalar que el docente al momento de planificar el curriculum debe definir e incluir esta mirada didáctica, la cual se centra en la normatividad y la instrumentación de los medios para alcanzar los fines, para lo cual el docente debe realizar las adecuaciones curriculares pertinentes, ya que no hay que olvidar que el curriculum destaca por su intencionalidad.

Es así como una de las intenciones educativas que debe primar a la hora de organizar el curriculum debiese ser la atención a los diferentes estilos de aprendizaje, las inteligencias múltiples y la incorporación de las nuevas tecnologías como recurso latente de esta nueva era que viene a responder a las necesidades de los niños/as del siglo XXI.

Para culminar, nos vasta decir que la idea central de este trabajo de investigación bibliográfico reside en que lo trascendental no es el aprendizaje de nuevas teorías, sino que la reflexión de tales postulados apunte a mejorar nuestras prácticas docentes. La meditación sobre el ejercicio de la función docente, sea escrita o no, representaría la intención final de todo discurso curricular. Si nuestra investigación facilita la reflexión constante, sincera y productiva del docente sobre su práctica, hemos realizado una tarea válida que servirá a futuras generaciones, por tanto podemos decir que nuestros objetivos han sido logrados.


1 comentario:

Unknown dijo...

Hola, a lo que te refieres sobre proponer una reflexión del docente sobre su práctica educativa, creo que esta bien como un eslabón en la comprensión de la didáctica; pero creo que lo que realmente influye en la operatoria del docente es la digestión o elaboración que el alumno hace a partir de lo propuesto. Mirar al sujeto me parece más efectivo que mirar lo que hacemos...