lunes, 15 de diciembre de 2008

El aporte de las Tics para la Didáctica del siglo XXI

Cotidianamente los profesores de los centros educativos se enfrentan con un alumnado apático y desmotivado. Sin embargo, ni apatía ni desmotivación es lo que demuestran cuando dejan de ser alumnos/as y se convierten en espectadores, ya sea de televisión, de cine o de las tecnologías. El espectador es aquel sujeto cuya experiencia social se da fundamentalmente a partir de las conexiones vía los sentidos, las percepciones; y no tanto a través de la conciencia, o a través de la palabra. En el siglo XIX aprendimos a leer, en el siglo XX aprendimos fundamentalmente a escuchar, aprendimos el valor de la palabra y de la comunicación. Y en el reciente siglo XXI, da la impresión de que el desafío es aprender a mirar.


Uno de los grandes cambios del siglo XXI, es como se han incorporado las nuevas tecnologías, las cuales han sido muy atrayentes para el educando con el cual interactuamos hoy día, ya que estas tecnologías cada vez se van incorporando más en casi todos los quehaceres de su vida cotidiana, llegando a ser más hábiles y diestros que sus profesores.

¿Y qué pasa con el rol del docente en el siglo XXI? Para el docente es un gran desafío adecuarse a las nuevas implicancias de su función, básicamente porque han sido formados como profesionales de la educación bajo otro paradigma y una mirada social en donde la palabra, era la forma de interpretar y dar a conocer los conocimientos. Además existen falencias y falta de experiencias en el manejo en el área de las tecnologías y la conexión con todo lo que ello implica, ya que requieren más operaciones conectivas que interpretativas. La figura del alumno/a se presenta como aquel cuya experiencia social fundamental es la multiplicidad de conexiones con el flujo de la información. No sólo es la experiencia del que mira algo, sino aquel cuya vía de conexión al flujo de la información lo hace a través de los sentidos.

Talvez esta última palabra sea la clave para que el docente logre comprender cómo llegar al alumno/a, cómo hacer sus clases más pertinentes y entregar contenidos más significativos.

Para la generación mediática “la tecnología” es el dato primero del mundo, no es algo que está en el mundo por fuera de la experiencia cotidiana. Entonces una clase que pretenda ser contextualizada a los requerimientos modernos, debiese considerar en sus planificaciones la tecnología y los medios audiovisuales como un recurso imprescindible.

Es esta generación de niños/as que pueden hacer las tareas escolares y comer al mismo tiempo, que miran la televisión, que pueden conectar simultáneamente una, dos, tres vías de información; pueden estar hipersaturados y no colapsan. Mientras la generación de los 80 y los 90 formó (en el sentido de "educó") su conciencia y su identidad a través del libro, nuestros educandos actuales la formaron en la época de la tecnología, la cultura de la imagen y la información. Los dispositivos sociales de la cultura mediática han constituido a los niños/as, sujetos de nuestra labor educativa como profesores.

En otro ámbito, incidente en la problemática escolar, la familia, también ha sufrido los cambios de la cultura mediática y su papel se ve limitado en la construcción de campos de significación; hoy en día las reuniones familiares ya no son habladas, el encuentro familiar está mediado por los nudos del relato televisivo y el intercambio se produce sólo en los momentos de catálisis del relato televisivo. Por tanto sería más inteligente valerse de estos recursos y no actuar en contra de ellos, incluirlos en el aula como un apoyo de labor educativa.

La realidad es que aún, la figura del alumno/a como espectador es una figura por construir, una figura educable, si ponemos esfuerzo en capacitarnos para acercarnos a él, no para entretenerlo, sino para que pueda producir, para que pueda intercambiar palabras, opiniones y enriquecerse con ellas. De esta manera recuperaríamos la educación como práctica humana que compromete a quien la realiza o toma iniciativas con respecto a ella, y como práctica social, inserta en una realidad social que no le es ajena.

Preguntarse entonces por la inclusión de las tecnologías informáticas de la comunicación (TICs) en nuestro país es preguntarse por una teoría pedagógica, un planteo político y un proyecto social. Lo que las TICs pretenden implica la comprensión, apropiación y uso; implica darle un lugar al alumno/a para que, con la mediación del docente, pueda construir conocimientos que no sean frágiles ni pobres, sino perdurables en el tiempo y, por ende, significativos. La implementación de las TICs podría ser una llave para ese tipo de conocimiento, sin copiar recetas, con creatividad e imaginación.

Surge entonces la posible solución, la formación mediática de los docentes para impulsar un aprendizaje más activo-participativo,
la lectura e interpretación de todo tipo de textos, la investigación y el conocimiento de realidades que no están en los libros. Se reconoce, asimismo, la trascendencia de la formación mediática de los docentes como sustento de su desempeño pedagógico para poder responder a las necesidades y demandas de los educandos; estableciendo desde la formación mediática del docente un replanteamiento global del discurso, del acto y de los procedimientos didácticos en la utilización de las TICs en la enseñanza al considerar estos últimos como instrumentos que permiten analizar el mundo exterior y, al mismo tiempo, reconstruirlo de una manera particular.
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, plantean la necesidad de una transformación en la organización de las instituciones, una modificación del rol docente y un cambio en las modalidades de trabajo. Las instituciones están obligadas a ofrecer una apertura a esta transformación, rompiendo con los viejos conceptos y creando nuevas formas de trabajo y funcionamiento.

Los docentes no solo deben valerse de las TICs como la imagen para optimizar el proceso de enseñanza- aprendizaje, sino que éstas, deben ser objeto de aprendizaje para docentes y educandos. Las tecnologías (como el computador) sirven para que su proceso de aprendizaje, sea más entretenido, dinámico y divertido para los niños/as, aplicándolos en diferentes subsectores como lenguaje, matemática, historia, comprensión del medio etc. Enseñarlos a descubrir los peligros y amenazas de los mensajes visuales, a seleccionar en la web la información más adecuada, y utilizar aquellos que sean más pertinentes para la labor educativa es contribuir a formar en ellos la cultura mediática.

Si revisamos la reforma educacional se verá que en ella se han incorporado las tecnologías como competencias para el uso de los aprendizajes del educando, ya que, específicamente en el marco para la buena enseñanza existen, entre los indicadores, parámetros de evaluación para el buen desempeño docente que hablan explícitamente de la incorporación de las TICs en el aula
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